Como cada mes, publico de nuevo la sección de entrevistas, en esta ocasión dedicada a una bibliotecaria y profesora comprometida con la profesión y con el papel protagonista que deben jugar las bibliotecas y los bibliotecarios en la sociedad actual. Me estoy refiriendo a Inmaculada Vellosillo, una profesional que, con su simpatía y su buen hacer, ha sabido ganarse a todos los alumnos que, como yo, hemos pasado por sus clases.

  • (Víctor Villapalos) Hola Inmaculada, ¿Nos cuentas un poco de ti? ¿Cómo decidiste hacerte profesora, qué te atrajo de la docencia?

(Inmaculada Vellosillo) La verdad es que aunque mi formación universitaria estaba dentro del ámbito educativo (me licencié en Ciencias de la Educación), mi trayectoria laboral se inició en el mundo de los libros y se prolongó en el ámbito de las bibliotecas, antes de ‘aterrizar’ en la docencia universitaria. Cuando empecé a estudiar Pedagogía, en 1978, empecé también simultáneamente a trabajar en la Librería Fuentetaja (creo que una de las mejores librerías de Madrid durante mucho tiempo); aprendí de libros y de editoriales, mucho, y de manera muy apasionada. Después de tres años de trabajar como librera, me surgió la posibilidad de trabajar en las Bibliotecas de Caja Madrid, en un equipo encargado de organizar y montar las nuevas bibliotecas que entonces estaban constituyendo; corría el año 1981. Cuando me licencié en Ciencias de la Educación en el año 1982, me encontraba tan identificada con el trabajo bibliotecario que no pensé en dedicarme a la educación. Me fui formando en bibliotecas, con distintos cursos y lecturas y con el trabajo diario. En 1984 hice la tesina sobre las bibliotecas universitarias de la UCM, porque ya entonces me sentía más bibliotecaria que ‘educadora’. Pero en poco tiempo me propusieron ir formando, con clases y cursos breves, a bibliotecarios en distintas asociaciones e instituciones; y ahí fue donde comencé a unir las dos facetas -formativa y laboral, enseñanza y bibliotecas-. Hasta el año 1992 seguí trabajando en las Bibliotecas de Caja Madrid, pero en distintos puestos, lo que me permitió aprender mucho; además de montar nuevas bibliotecas y de dar cursos de formación a bibliotecarios, estuve ejerciendo de bibliotecaria pública en distintas bibliotecas de barrios de Madrid y poblaciones cercanas, y los últimos años formé parte del equipo de automatización de la red, con formación a los bibliotecarios de los sistemas integrados de automatización de la bibliotecas. Cuando se creó la Escuela Universitaria de Biblioteconomía y Documentación en la UCM hubo varias convocatorias de profesores asociados. Y aunque nunca antes había pensado dedicarme a la docencia universitaria, la figura de profesor asociado (un profesional que ‘traslada’ su experiencia profesional a la docencia en la universidad) me pareció sugerente porque me permitía seguir siendo bibliotecaria y dar clases. Así es como empecé en 1991 en la Escuela; el primer año compatibilicé la docencia con el trabajo bibliotecario y a partir del segundo año ya sólo me dediqué a la docencia. Desde entonces llevo 21 años dando clase y sigo disfrutando con ello. Soy consciente de que mi ‘docencia’ es limitada, muy general, no ‘enseño’ técnicas complicadas, ni métodos sesudos; pero lo que más me gusta es sensibilizar, transmitir que la función de las bibliotecas es, ante todo, una función social; que se pueden hacer muchas cosas a través de las bibliotecas y de la documentación, para tratar de cambiar el mundo que nos rodea. Me gusta transmitir entusiasmo, intentar convencer a los estudiantes que el mundo de las bibliotecas, de la documentación, es o puede ser, un mundo apasionante, con multitud de matices y variaciones que les pueden permitir innovar lo que quieran…, hacerles ver que todo (o casi todo) depende de ellos, de su convencimiento y creatividad.

  • (VV) En España tenemos una deuda importante con las bibliotecas escolares. ¿Cómo ves el futuro de estas bibliotecas con el horizonte actual de recortes en educación y en cultura? ¿Qué es necesario para que la gente (y los políticos) se conciencien de que las bibliotecas son más necesarias que nunca, y que las bibliotecas escolares son un elemento imprescindible en la mejora de la educación?

(IV) Desde luego, el futuro de las bibliotecas escolares en España no lo puedo ver de colores, quizá porque el presente tiene unos tonos grises tan densos que no cabe pensar en otro color. Y hay que decir que en las dos últimas décadas sí que las bibliotecas escolares estaban tomando tonos luminosos (sin lanzar cohetes, por supuesto), pero la iluminación se ha acabado de golpe desde hace un año. Las bibliotecas escolares siempre han sido las grandes olvidadas del sistema bibliotecario… y del sistema educativo. Y esto resulta una contradicción. Porque siempre ha habido un buen número de profesores y bibliotecarios que se han esforzado y empeñado durante años para que las bibliotecas escolares fuesen una realidad y una necesidad; y después de que las administraciones, en la última década, hayan invertido en las mismas, nos colocan esta crisis y lo primero que cae es lo que está más endeble, lo que no ha dado tiempo a consolidarse: las bibliotecas escolares. Si estamos viendo cómo están cayendo cosas que creíamos mucho más asentadas, cómo no van a desplomarse nuestras queridas bibliotecas escolares, que estaban cogidas con alfileres. A nuestra Facultad están llamando muchos centros de primaria y secundaria, sensibilizados con la biblioteca y que contaban con bibliotecas que ya estaban en marcha y funcionando de manera cotidiana, para pedirnos estudiantes en prácticas que puedan continuar con el trabajo que habían iniciado, porque los recortes en educación han provocado, como todos ya sabéis, una disminución del profesorado, lo que ha hecho que los profesores que tenían dedicación en la biblioteca, se hayan visto obligados a dejarla para dedicarse a más docencia. Y en cuanto a sensibilizar a la sociedad y a los políticos sobre la necesidad de las bibliotecas escolares… ya no sé qué decir. Siempre he creído que la sensibilización principal que se necesita es la de los profesores: mientras la metodología principal que siguen gran parte del profesorado sea la del libro de texto como único recurso de enseñanza/aprendizaje… mientras que la consulta de información y el contraste de la misma no sea una necesidad y una realidad en su docencia y no lo trasmitan como una necesidad a sus alumnos, creo que no hay ‘sensibilización’ posible.

Soy consciente de que no es tan simple como lo relato y que hay muchos más factores que influyen en el funcionamiento de las bibliotecas escolares. Pero si de manera generalizada todo el profesorado de primaria y secundaria hubiera sentido la necesidad de la biblioteca para el trabajo cotidiano con sus alumnos, desde hace mucho tiempo habrían reclamado a todas las administraciones y políticos de manera más contundente la necesidad de bibliotecas que funcionasen como tales, con la dotación de todo tipo de recursos que necesitan. Esto lo han hecho algunos grupos de profesores, pero no de manera generalizada. La realidad es que para una parte importante del profesorado (por supuesto, para otra parte importante no es así), las bibliotecas escolares no son necesarias, y por eso no funcionan y existen como deberían.

  • (VV) ¿Cómo ves la universidad en la actualidad? ¿Qué ha cambiado en estos años desde que empezaste como profesora?

(IV) La Universidad española en la actualidad no es ni más ni menos que reflejo de la sociedad en la que se inserta: la veo insegura, obligada a cambios por la inclusión en el Espacio Europeo de Educación Superior, pero sin que esos cambios se hayan podido realizar de manera sensata, fundamentalmente por la falta de recursos. Es una universidad en la que los colectivos que la conforman, estudiantes, profesores, personal de administración y servicios, han evolucionado de forma distinta, y falta coherencia en su integración en un todo: los estudiantes han variado en estos últimos 20 años en cuanto a formación previa y actitud, sin duda (son producto de la sociedad en que vivimos), mientras que el profesorado hemos tenido una evolución más lenta, con pocos cambios metodológicos y poca renovación (aunque ha crecido el número de profesores y han accedido profesores más jóvenes y recientes, pero permanecemos un gran número que accedimos hace 30 y 20 años); y el personal de administración aunque ha ido cambiando, sobre todo obligados por los cambios de gestión y tecnologías, creo que tampoco lo ha hecho en concordancia con los tiempos. Además hay que tener en cuenta que en la Universidad siempre se ha dado casi mayor importancia a la investigación que a la docencia. Y aunque todos tenemos claro que la investigación es necesaria para mejorar la docencia, se echa en falta un planteamiento más sólido sobre la necesidad de una docencia más ‘pensada’, más convertida el ‘objetivo ‘ de la universidad. Yo creo que eso repercute en la solidez de la formación de nuestros estudiantes. En el fondo creo que en la universidad una parte importante del profesorado piensa más en ellos mismos como profesores (y en su ‘carrera’ universitaria) que en los estudiantes a los que formamos, y que creo que debería ser el objetivo principal de nuestro trabajo. Y creo que otro cambio importante es la vinculación al mundo de las empresas, el enfoque de la enseñanza y el aprendizaje hacia su adaptación al mercado de trabajo; este enfoque deja en un segundo plano la necesidad de la formación como personas y ciudadanos, objetivo prioritario igualmente de la enseñanza universitaria… y creo que imprescindible de mantener en la universidades públicas.

  • (VV) Actualmente, numerosas universidades públicas se encuentran ahogadas ante los recortes sufridos por parte de las comunidades autónomas. ¿Cómo crees que están afectando la deriva de los acontecimientos (recortes, cambio de modelo educativo, etc.) en la universidad pública?

(IV) Los recortes están afectando en varios sentidos. Primero en un sentido ‘material’; la falta de recursos económicos limita la adecuación de espacios, la renovación de información y recursos documentales indispensables para una educación superior de calidad; igual que también limita el número de becas. En segundo lugar afecta en el sentido científico e intelectual: menos recursos, menos posibilidades de investigación, de evolución, de formación más especializada; menos posibilidades de formación complementaria que actualiza y permite conocer las últimas corrientes en cada disciplina. Y en tercer lugar, los recortes afectan a los procesos de enseñanza y aprendizaje: un profesorado menos motivado, menos receptivo a los cambios (por la escasez de recursos que los posibilitan), un alumnado también menos motivado y, en ocasiones, sin posibilidades de continuar con su formación (por lo costoso de las enseñanzas). Y en cuanto al cambio de modelo educativo, está afectando en el sentido que he mencionado antes: por un lado ha sido un cambio que no se está realizando en condiciones adecuadas por falta de recursos; y por otro lado, es un modelo que en muchos casos se interpreta como una formación universitaria casi exclusivamente enfocada a insertar y adaptarse al mercado laboral, y creo que este hecho hace perder la esencia de lo que siempre se ha concebido como universidad pública.

  • (VV) En épocas pasadas el movimiento estudiantil era la punta de lanza de una sociedad que buscaba un futuro más justo. Hoy, ese compromiso parece haberse diluido al no tener el peso específico de antaño. ¿Crees que están los estudiantes comprometidos con el futuro de la universidad? ¿Crees que son conscientes de los cambios que se están produciendo en la universidad y en la sociedad en general?

(IV) No me gusta ser muy rotunda, pero respecto a esta pregunta que me haces creo que debo decir NO. Creo que la mayoría de los estudiantes no están comprometidos con la universidad ni son muy conscientes de los cambios que se están produciendo. Y me parece preocupante, porque en el fondo no son conscientes de que es en sus manos en donde está fundamentalmente la posibilidad de evolución y cambios de nuestra sociedad. Creo que en la mayoría de los estudiantes sólo hay una conciencia laxa de lo que está sucediendo y de lo que comporta la universidad para un país. Sólo una minoría tiene esa conciencia e intenta actuar en consecuencia. Pero también creo que una de las causas para que no estén sensibilizados puede ser el que no hayamos sabido transmitirles la idea de que ellos son el futuro; de que lo que ellos emprendan en cuanto a iniciativas, movimientos, cambios, es lo que va a posibilitar el que la sociedad futura sea de una manera o de otra. Creo que no les sabemos transmitir la responsabilidad que ellos tienen con el mundo que les rodea.

  • (VV) Existe otro elemento en crisis, pero en este caso, quizá provocada por el avance tecnológico y el posible cambio de modelo de negocio. Me refiero al mundo editorial. ¿Cómo imaginas el futuro del libro? ¿Cómo crees que afectará, si es que no está afectando ya, el cambio de formato (del formato papel al formato electrónico) en el modelo editorial?

(IV) Todos los cambios tecnológicos conllevan otros cambios, sin duda. El futuro del libro será ampliar su extensión, probablemente más en el soporte digital y electrónico y con alguna disminución del soporte papel. Pero creo que seguirán conviviendo todos los soportes; quiero decir, que lo que permanecerá, sin duda, es la ‘idea libro’, en el formato que sea y en proporciones variadas… pero todo conviviendo. Me inclino más a pensar que el cambio tecnológico en el mundo del libro conlleva un cambio en la forma de leer; eso es probable que sí. El tipo de lectura en soporte electrónico estoy convencida que propicia una lectura menos densa que la lectura en soporte impreso, más ‘voladiza’ (seguramente más ‘líquida’ que diría Zygmunt Bauman)…pero, sobre todo, porque hay mayor disponibilidad de lecturas, porque facilita muchas más cosas a leer. Y en ese afán por leer todo hay que ir más rápido, más leer entre líneas, más lectura diagonal…y probablemente, una menor profundidad en lo leído, y una menor posibilidad de reflexión.

Y en cuanto al mundo editorial, sin duda ya está cambiando de modelo: no le queda más remedio. Lo que sí creo es que en nuestro país, el cambio del mundo editorial se está produciendo con mucha mas lentitud que en otros países; la adaptación a nuevos formatos y soportes no lo están realizando las editoriales de manera ágil. Y esto quizá se deba a que el modelo de negocio, en las grandes editoriales (sobre todo las que entre otros productos editaban libros de texto) era muy rentable; y el miedo a que el cambio reporte menos beneficios, creo que ha influido en la lentitud de adaptación a los cambios que les eran necesarios.

  • (VV) Y para terminar algo más distendido. ¿Qué te estás leyendo ahora? ¿Nos recomiendas algún libro para leer este invierno que comienza?

(IV) Ahora mismo estoy leyendo una novela de Leonardo Padura, autor cubano, «La neblina del ayer«; es policíaca, pero con una presencia importante de los libros y las bibliotecas. Creo que es recomendable: buena escritura y buena trama, aderezada con libros y libreros de viejo… y con La Habana de fondo. También releo en estos días a un escritor y poeta de Euskadi, Karmelo C. Iribarren, su antología «Seguro que esta historia te suena. Poesía completa (1985-2005)«; su escritura, sus poemas, siempre me sugieren y remueven. Otro título reciente que he leído y recomiendo es «CT o la Cultura de la Transición. Crítica de 35 años de cultura española«, libro que recoge breves ensayos y reflexiones de diferentes personas sobre distintos aspectos culturales de nuestra querida Transición; aporta puntos de vista bastante críticos sobre ese período y permite revisar una época que, por haberla vivido de lleno, no hemos podido abordarla con distancia hasta ahora. Y lo próximo a leer (ya preparado), son dos libros: el primero, una recomendación de Javier Pérez Iglesias: la novela «La máquina de hacer españoles» del portugués Valter Hugo Mae; el segundo, de un autor que nunca deja de sorprenderme: Daniel Pennac, su última novela: «Historia [sic, por Diario] de un cuerpo«.

 

Víctor Villapalos

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